Reflexiones de un Médico en su Día
Con orgullo comparto estas reflexiones del médico Alberto Ávila, a quien admiro y respeto como colega, pero sobre todo lo quiero como un hermano.
Algunas reflexiones como médico
Colegas y amigos. Saludo especial.
Este tipo de conmemoraciones -Día del Médico- siempre me ponen a meditar, y por qué no reconocerlo, algo triste. De allí nacen estas reflexiones como médico.
Se debe a que pertenezco a la generación que se formó y ejerció esta noble y privilegiada profesión antes, durante y posterior a la gran reforma de la Ley 100.
No pretendo hacer un análisis sobre oportunidad, cobertura, eficiencia, eficacia, productividad y demás estándares y leguaje propios de esta reforma y los sucesivos ajustes y reglamentación.
Lo que añoro
Pero sí contarles que añoro la admiración y reconocimiento sincero de los pacientes y familiares.
Añoro la buena competencia por el saber y el hacer lo mejor por los pacientes.
La revista médica sin afanes, cargada de ciencia y consenso, ambientada con una mirada amable, de respeto y consideración por quien sufría acostado en esa cama.
Aquella consulta sin tiempo reglamentado, donde paciente y familia encontraban respuestas y esperanzas a sus miedos y temores, despidiéndose con un sincero “gracias”.
Esa sonrisa de gratitud al traspasar la puerta del consultorio, acompañada de nuestra actitud respetuosa de acompañarlos para esperar el ingreso del próximo paciente
Aquel que entraba con la confianza de ser bien atendido, esperando el llamado por su nombre de la voz del mismo médico.
Eso era lo que entregábamos como médicos en cualquiera de los servicios que nos correspondía; y nuestra paga, por añadidura, según la promesa de Dios, era gratitud, reconocimiento, bienestar y seguridad para nuestras familias.
Reflexiones de un medico acerca de los Héroes
En ese tiempo sí éramos los héroes genuinos de nuestros pacientes.
Hacíamos parte de los referentes e inventario de la familia, como el sacerdote amigo al que acudían por las tribulaciones del alma.
Tal como el contador de toda la vida que organizaba las finanzas.
O el policía amigo del barrio, que brindaba seguridad, o el abogado que aclaraba y orientaba sobre temas legales.
Éramos el médico de la familia, consultor y consejero, no solo para temas médicos.
No me gusta el título de “héroe” impuesto por la publicidad, por las redes sociales o como un deseo de reconocimiento.
Lo veo como parte de una política de estado que no tiene otra forma de aliviar nuestras angustias y temores.
¿Héroe para quiénes?
Solo aspiro a ser el héroe legítimo de mi familia, pacientes, empresa y amigos, si sienten que reciben de mí, un genuino y sincero don de servicio, con amor, respeto, responsabilidad, consideración, misericordia y humildad.
Mi invitación final es a no prescindir de las cifras, estándares y estadísticas, pero no abandonemos la esencia del SER médico y a quiénes nos debemos.
Un buen día, amigos de camino.
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